Iglesia y Deporte

Un testimonio de santidad

La herencia de San Juan Pablo II al mundo del deporte
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El pasado 18 de mayo celebramos el centenario del nacimiento de San Juan Pablo II. Con su viva imagen en la memoria, quisiéramos recordar el papel que tuvo en la promoción del deporte dentro de la vida de la Iglesia. ¿Quién si no él, enamorado del deporte, podía re-descubrir el potencial único de la actividad deportiva como un medio humano y querido por Dios no sólo para la realización de la persona y la sociedad sino también para la promoción de los valores cristianos y de la fe?

San Juan Pablo II se aficionó al deporte ya desde una edad temprana, y después como sacerdote y obispo, compaginó su amor por el deporte con su trabajo pastoral. Encontraba siempre tiempo para hacer senderismo, esquí, natación, kayak, etc., buscando a Cristo también en esas actividades. Podríamos decir que el deporte le hacía mejor pastor y el vivir intensamente su vocación de servicio en la Iglesia le hacía disfrutar más el deporte.

Como pontífice, San Juan Pablo II testimonió su pasión por el deporte, ya sea practicándolo en primera persona o cuando recibía delegaciones de equipos, atletas u organizaciones deportivas que llegaban a Roma de todo el mundo. Durante su pontificado, pronunció más de 120 discursos sobre el deporte y lo designó como "fenómeno típico de la era moderna" dado que se ha extendido a todos los rincones del mundo, trascendiendo las diferencias entre culturas y naciones, lo que demuestra su importante papel agregativo y de unión entre los pueblos. Pero quizás su contribución más trascendental tuvo lugar cuando, después del Jubileo de los deportistas en el año 2000, decidió crear en 2004 la oficina Iglesia y Deporte al interno de la Santa Sede con el fin de subrayar la importancia del trabajo pastoral en los ambientes deportivos y promover los valores del deporte como medio de defensa de la dignidad de la persona. De esta manera hizo que la pastoral del deporte dejara de ser un evento “pasajero” en la historia contemporánea de la Iglesia, institucionalizando un cuidado y una atención específica al mundo del deporte.

En su homilía con ocasión del año jubilar de 1984, en el estadio Olímpico de Roma, afirmaba: “Tengo confianza en la sinceridad de vuestra fe y de vuestra voluntad; tengo confianza en vuestra juventud, tengo confianza en vuestro propósito de comprometeros, por encima del deporte, en la salvación del hombre contemporáneo, en la llegada de esos “cielos nuevos” y de esa “tierra nueva” (2 Pe 5, 13), a la que tendemos todos con el ardor de la esperanza cristiana.”

Muchos de los discursos, saludos y audiencias de San Juan Pablo II al mundo del deporte pueden encontrarse en la página dedicada al magisterio del deporte de la página web del Dicasterio.

 

 

 

25 de mayo de 2020