Encuentro mundial de las familias

Bairbre Cahill (Irlanda), “La santidad en la familia también pasa a través de una pila de platos sucios para lavar”

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"La santidad en la familia también pasa a través de una pila de platos sucios para lavar". Bairbre Cahill, irlandesa, escritora y conferenciante de espiritualidad, propone esta santidad de la vida cotidiana en su intervención el tercer día del congreso pastoral organizado en Dublín con ocasión del Encuentro mundial de las familias (21-26 de agosto). Casada con Danny, dio su testimonio como madre de cuatro hijos, que hoy tienen entre 18 y 24 años. "Cuando los niños eran pequeños -recuerda- teníamos una rueda pegada en la nevera, que indicaba quién, día a día, tenía que secar los platos, fregar, barrer el suelo o hacer las demás tareas cotidianas que había que hacer. Con este sistema hemos evitado conflictos”. Por supuesto, aún hoy la pregunta "¿ a quién le toca lavar los platos hoy?" puede despertar cierto descontento, incluso en la casa de Bairbre y Danny. "A todo el mundo le gustaría ir a casa y relajarse, divertirse cocinando con su madre, descansar -comenta- pero la vida familiar no funciona así. Lo que Danny y yo hemos aprendido a lo largo de los años y hemos tratado de enseñar a nuestros hijos es que la vida familiar es una empresa conjunta, algo que construimos juntos. La vida familiar es algo en lo que trabajar todos los días y lo hacemos de muchas maneras, muy prácticas y diarias”. Cahill recuerda que cada uno tiene sus propios talentos y ponerlos a disposición de los demás, les permite “compartir cargas y cuidar de los demás, mostrando amor mutuo". "Si una persona está cargando con la carga de demasiada responsabilidad -añade- entonces hay un desequilibrio en la relación, y esto tiene un impacto en la pareja y dentro de la familia. La vida familiar es una realidad en constante evolución y, como tal, debemos ser conscientes de lo fácil que es perder el equilibrio”. Cahill pone en guardia contra una imagen de amor de Hollywood. "En realidad – dice- la verdadera altura y profundidad, longitud y anchura del amor se viven en los fragmentos de la vida familiar. La familia es uno de los lugares más sagrados que pueden existir. El Papa Francisco nos recuerda que Dios debe ser buscado en medio de lo ordinario de nuestras vidas. Donde hay amor y dulzura, ternura y compasión, valor y esperanza, allí está Dios. La santidad se vive en fragmentos de la vida familiar (preparar la cena, bañar a un niño, arrastrarse con su niño por el suelo, hablar con un adolescente e incluso lavar platos). El amor se encarna en esto”. Recordando Amoris Laetitia, Cahill retoma la imagen de la familia reunida alrededor de la mesa para la comida, una imagen que el Papa Francisco escogió para abrir la exhortación apostólica. Imagen que se lee, unas páginas más tarde, como un icono de la Trinidad. "El Papa nos recuerda cómo la familia pone la relación en el centro - comenta Cahill - Estamos creados para la relación, vivimos en relación. Cuando asumimos los compromisos del matrimonio y de la vida familiar, nos encontramos invitados a entrar en el corazón mismo de Dios". No hay necesidad de ir a lugares especiales para encontrarse con Dios, recuerda Cahill: "Como diría Santa Teresa de Ávila, Dios está entre los pucheros". "Encontramos a Dios a través de nuestras relaciones, a través del mundo creado, y a través de nuestra comunidad de fe, la Iglesia. Estamos llamados -explica- a un amor que se articula en los gestos y tareas simples de la vida cotidiana. No siempre estamos a la altura de este amor y por eso nos confiamos al amor de Dios y de nuestras familias, para que nos ayuden a empezar de nuevo". La cocina es el centro de la casa de Bairbre y Danny. "Tenemos una gran mesa de madera que puede dar cabida, cómodamente, a seis personas, pero que se puede ampliar hasta doce -dice Bairbre-. En una época en la que la gente está cada vez más ocupada, distraída por los teléfonos móviles y los medios de comunicación social, es cada vez más vital que las familias dejen todo a un lado y se sienten juntas para compartir una comida. En torno a esta mesa nos reunimos y compartimos alimentos y nuestras vidas, escuchamos las historias del día, los proyectos, los desafíos. Alimentados y fortalecidos por la comida y el sentido de pertenencia, estamos listos para volver a las muchas actividades de nuestro día. Estamos cenando (lo cual es perfectamente normal y ordinario), pero estamos haciendo algo más profundo, más sagrado. Los sacramentos de la reconciliación, de la Eucaristía y de la sanación están enraizados y crecen en la experiencia cotidiana de la vida familiar". Refiriéndose a un eslogan publicitario de una conocida cadena sueca de muebles, Cahill recuerda que "hay algo maravilloso en el corazón de nuestra vida familiar; lo maravilloso es el encuentro con Dios”. Una convicción que Cahill maduró cuando sus hijos aún eran pequeños. "A través del nacimiento y la lactancia de nuestros hijos – dice - comprendí las palabras de Jesús: "Este es mi cuerpo entregado por vosotros, esta es mi sangre derramada por vosotros", palabras que han adquirido un significado mucho más poderoso para mí. La teoría de mis estudios de teología en ese momento se hizo realidad y en mi experiencia ordinaria de maternidad encontré el don que Jesús hace de sí mismo tan profundamente, que transformó mi manera de entender la Eucaristía". "Nuestro amor mutuo, vivido diariamente en la tarea de planchar montones de ropa y alimentar sin fin a adolescentes hambrientos – añade - es la presencia sacramental del amor de Dios por nosotros. Creo que es apropiado decir que en la vida familiar se ha encarnado el amor de Dios". "Como familias cristianas - subraya Cahill - necesitamos más que nunca tomar conciencia de nuestra experiencia de Dios. Algo poderoso sucede cuando tenemos el valor de hablar de la fe. Esto da vida y fuerza a las parejas y a las familias”. Por supuesto, no todo son rosas y flores. "Todos podemos estar frustrados y hartos de lavar platos y lavar la ropa", continúa Cahill, "y ocuparnos de todas esas tareas que hay que repetir día tras día. El Papa Francisco, en su exhortación apostólica "Gaudete et exultate" nos exhorta a prestar atención a los detalles. Reconocer los pequeños actos de amor que encontramos en nuestros días. ¿Quién está lavando los platos? ¿Quién está limpiando el baño, leyendo los cuentos de hadas de las buenas noches o sacando los cubos de basura? Estas tareas, y muchas otras, son los hilos que constituyen el tapiz de la vida familiar”. Una vida familiar que, después del esplendor del matrimonio, se construye a través de "cada pequeño acto de generosidad, compasión, valentía, ternura, esperanza, solidaridad, amor" en el que la presencia de Dios se entrelaza en nuestras vidas. Así, "la santidad en la familia también pasa a través de una pila de platos sucios para lavar".

 

 

23 de agosto de 2018