Dublín: Anna y Alberto Friso

El amor es más grande porque Dios es su fuente

El testimonio del matrimonio Friso sobre el amor conyugal, fundado en Dios Amor, capaz de atravesar todas las crisis y de realizar toda utopía
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“Es en la familia donde la vida se enciende. Es allí donde uno aprende a compartir, a regocijarse y sufrir, a conocer la enfermedad y enfrentar la muerte, en una escuela de humanidad cada vez más rica y completa. El amor la convierte en la utopía más concreta. Matrimonios que no retroceden ante la enfermedad de Alzheimer o la humillación de la traición. Familias que acogen a sus hijos, incluso aquellos con discapacidades, que los adoptan precisamente por ser discapacitados, que acogen a los padres ancianos, que abren sus hogares a los inmigrantes. Padres que dan la bienvenida al hijo fracasado o a la hija embarazada, que cooperan en la rehabilitación del que se ha convertido en víctima de las adicciones". Este era un fuerte pasaje del testimonio de Anna y Alberto Friso, del Movimiento de los Focolares, en el Encuentro Mundial de las familias de Dublín en el panel sobre el tema "Y el más grande es el amor: Papa Francisco en 1a Cor 13”. Durante más de cincuenta años de matrimonio, “hemos aprendido a conocernos y a confiar el uno en el otro, a acoger a los demás y a esperar, sufrir y luchar. Hemos llorado y nos hemos ido de fiesta. Experimentando que lo más importante de todo es el amor". Todo menos sentimentalismo fácil; si el modelo es el Crucificado-Resucitado, entonces entre los cónyuges y en la familia "El amor debe alcanzar la paradoja de saber hacerse nada para dejar vivir al otro y así reflejar su designio original que brota de la Trinidad", como escribió San Juan Pablo II en la Carta a las familias.

22 de agosto de 2018