En el corazón de la vida familiar, la Eucaristía

“Oremos para que los católicos pongan en el centro de su vida la celebración de la Eucaristía, que transforma profundamente las relaciones humanas y abre al encuentro con Dios y con los hermanos”. Esta es la intención de oración para el mes de julio que el Papa Francisco confía a toda la Iglesia, a través de la Red Mundial de Oración del Papa

En el vídeo en el que explica su intención, el Santo Padre nos invita a reflexionar, afirmando que «si salimos de la Misa igual que entramos, algo falla». «La Eucaristía -continúa el Papa- es la presencia de Jesús, profundamente transformadora. Jesús viene y debe transformarte. (...) Cada vez que participamos en la Eucaristía, Jesús viene y Jesús nos da la fuerza para amar como Él amó. Porque nos da el valor de salir al encuentro de los demás, de salir de nosotros mismos y abrirnos con amor a los demás».

La Eucaristía transforma profundamente las relaciones familiares

En Asís, del 30 de junio al 2 de julio, se celebró un congreso titulado: «De la Eucaristía brota el origen y el destino del matrimonio y de la familia», en el que se profundizó la estrecha relación entre la Eucaristía y la vida familiar. El tema explica en clave nupcial la intención de oración del Santo Padre y lo que está escrito en Amoris Laetitia: «El alimento de la Eucaristía es fuerza y estímulo para vivir cada día la alianza matrimonial como “iglesia doméstica”» (AL, 318).

En el congreso, organizado por “Progetto misterogrande”, la Subsecretaria del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, Prof. Gabriella Gambino, realizó una ponencia titulada: «La Eucaristía celebrada y adorada es fuente y culmen del crecimiento de la vida familiar (FC 57)». En su intervención destacó que, «así como la celebración de la Eucaristía es el corazón de la Iglesia, así Jesús desea estar en el corazón de la pequeña Iglesia doméstica, es decir, de la familia». «Con la Eucaristía», prosiguió la profesora Gambino, «el matrimonio es habitado por Cristo, que se hace presente entre los esposos, se extiende a los hijos y luego a toda la familia. Lo extraordinario entra en lo ordinario. El amor se transfigura, es decir, se trans-forma en su apariencia y expresión. Adquiere una forma nueva, impregnada de su amor y de su Espíritu». «La participación frecuente en la Eucaristía es esencial para los esposos. (...) Pueden amar con 'un corazón nuevo' (cf. Jr 31,31) si se dejan transformar. Si, hambrientos, se acercan a la Eucaristía abiertos a la posibilidad de dejarse modelar por Él, fuente de su amor mutuo y forma siempre nueva de este amor».

«De este modo, los esposos, con Jesús, -como expresa la intención de oración del Santo Padre, pueden convertirse en “pan ofrecido” para la familia y la comunidad».