JMJ Lisboa 2023

El Vía Crucis de la JMJ: arriesgarse a amar y caminar con Jesús

Palabras del Santo Padre, testimonios y Vía Crucis en el Parque Eduardo VII
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El segundo encuentro del Papa con los cerca de 800.000 jóvenes peregrinos de la Jornada Mundial de la Juventud, reunidos en el Parque Eduardo VII de Lisboa para el Vía Crucis, fue un momento intenso y emotivo. Acompañadas de una coreografía muy bien elaborada por el Comité Organizador Local de Lisboa (COL), las estaciones del Vía Crucis se desarrollaron en un Calvario imaginario con jóvenes que, cargados con la cruz, caían continuamente y luego volvían a levantarse, como ocurre en la vida. “Hoy vamos a hacer el camino con Él, el camino de su sufrimiento, el camino de nuestras ansiedades, el camino de nuestras soledades” dijo el Papa Francisco antes de comenzar, invitando a cada uno a ofrecer en oración su propio sufrimiento: “Ahora, un segundito de silencio, y cada uno de nosotros piense en el propio sufrimiento, piense en la propia ansiedad, piense en las propias miserias. No tengan miedo, piénsenlas. Y piensen en las ganas de que el alma vuelva a sonreír”.

Intercalados en las estaciones estuvieron los testimonios de Caleb, estadounidense de 29 años, que luchó contra la depresión, las autolesiones y la drogadicción hasta que su encuentro con Cristo le permitió tomar las riendas de su vida sin volver a caer en viejos hábitos y conocer a su mujer. Después, Esther, una española de 34 años que estaba en silla de ruedas tras un accidente de tráfico y que decidió con su actual marido Nacho interrumpir un primer embarazo y que ahora, después de que el Señor la llevara de la mano, es madre de una niña de 4 años. Por último, João, un portugués de 23 años, víctima de bullying y con problemas mentales tras el confinamiento y la pandemia, que, gracias a la fe tiene fuerzas para volver a levantarse en cada caída.

En cada estación, los jóvenes meditaron sobre lo que más les preocupa: las guerras, los bombardeos, los tiroteos masivos, la persecución religiosa de las minorías, la explotación de los recursos naturales, la emigración debida a situaciones inhumanas, la violencia en los matrimonios y las relaciones, los abusos, el acoso, la ansiedad, la depresión, la falta de consideración hacia los ancianos. Luego está la dificultad de amar y la incapacidad de actuar para alcanzar un modelo de perfección impuesto por las sonrisas perfectas de los selfies y los “like” de los demás. Por último, el miedo a caer en la adicción a las drogas, la pornografía y el alcohol. “Somos incapaces de tomar decisiones, ni vemos la dirección en la que podría continuar la historia”, atestiguan: “sólo vemos el camino bloqueado por grandes obstáculos ante nosotros”.

 La invitación del Papa Francisco fue, en conclusión, clara y contundente: “Jesús, con su ternura, enjuga nuestras lágrimas escondidas. Jesús espera colmar, con su cercanía, nuestra soledad. ¡Qué tristes son los momentos de soledad! Él está ahí, Él quiere colmar esa soledad. Jesús quiere colmar nuestro miedo, tu miedo, mi miedo, esos miedos oscuros los quiere colmar con su consolación. Y Él espera a empujarnos a abrazar el riesgo de amar. Porque ustedes lo saben, lo saben mejor que yo: amar es riesgoso. Hay que correr el riesgo de amar. Es un riesgo, pero vale la pena correrlo, y Él nos acompaña en esto. Siempre nos acompaña. Siempre camina. Siempre, a lo largo de la vida, está junto a nosotros”.

05 de agosto de 2023
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