Vigilia de la JMJ: ser raíces de alegría para los demás y levantarse después de cada caída

Tras casi 10 horas de camino hasta el Parque Tejo-Campo da Graça en Loures, los jóvenes reunidos en Lisboa para la XXXVII Jornada Mundial de la Juventud participaron en la Vigilia con el Papa Francisco.

La oración nocturna y la adoración eucarística junto al Santo Padre concluyeron la peregrinación de los jóvenes que, cansados y fatigados por el calor y las horas de caminata, encontraron refrigerio en las palabras del Papa y en la adoración silenciosa ante el Santísimo Sacramento.

Lo que cuenta en la vida no es caer, sino no permanecer en el suelo

“Yo les hago una pregunta: ¿ustedes se cansaron alguna vez? Piensen lo que sucede cuando uno está cansado: no tiene ganas de hacer nada, como decimos en español, uno tira la esponja porque no tiene ganas de seguir y entonces uno se abandona, deja de caminar y cae. ¿Ustedes creen que una persona que cae en la vida, que tiene un fracaso, que incluso comete errores pesados, fuertes, ya está terminada? No. ¿Qué es lo que hay que hacer? Levantarse. Y hay una cosa muy linda que quisiera que hoy se la llevaran como recuerdo: los alpinos, que les gusta subir montañas, tienen un cantito muy lindo que dice así: «En el arte de ascender —la montaña—, lo que importa no es no caer, sino no permanecer caído». ¡Cosa linda!”.

Antes de la Adoración Eucarística, unas coreografías para recordar el lema de la Jornada “María se levantó y partió sin demora” retrataron la historia de una joven que se dejó interpelar por Dios y cómo esto cambió su vida, contagiando a todos los que encontró. Un encuentro, la Anunciación, cambió la vida de María y, en consecuencia, la historia de la humanidad. A continuación, dos testimonios -el de Don Antonio Ribeiro de Matos, de Portugal, y el de Marta, de Mozambique- relataron la alegría de encontrar a Cristo y la de llevarlo a los demás.

El Cardenal Manuel José Macário do Nascimento Clemente llevó el Santísimo Sacramento en procesión, iniciando el momento silencioso y conmovedor de la Adoración Eucarística y, al final, los jóvenes se quedaron, como siempre hacen durante la JMJ, para rezar y permanecer juntos toda la noche en espera de la Misa final de envío.