Visitas ad limina/Argentina I

Los laicos: sal de la tierra y luz del mundo

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El 29 de abril, nuestro Dicasterio recibió al primero de los tres grupos de obispos argentinos que vinieron a Roma en visita ad limina. En nombre de sus hermanos, Mons. Andrés Stanovnick, obispo de Corrientes y responsable del área de Familia en el seno de la CEVILAF (Comisión Episcopal para la Vida, los Laicos y la Familia), presentó las numerosas iniciativas pastorales llevadas a cabo al servicio de los laicos, la familia, los jóvenes, las mujeres, los ancianos y la vida. A continuación, habló de la red bien estructurada de los órganos de la Conferencia Episcopal -algunos de los cuales han sido creados recientemente- que se ocupan de estos temas. De su informe se desprende que este esfuerzo organizativo permanente de la Iglesia argentina da cuenta de la voluntad de adaptar sus estructuras a las circunstancias cambiantes del mundo en el que se encuentra inmersa, con el fin de servir mejor al pueblo de Dios y vivir la sinodalidad.

El prelado elogió la participación de los laicos en la vida de la Iglesia, destacando de manera especial el empeño generoso de las mujeres, gracias al cual la Iglesia puede expresar su compasión y solidaridad hacia los más pobres, educar a las nuevas generaciones en la fe, llegar a los más lejanos... En cuanto a la presencia transformadora de los laicos en las realidades del mundo, los pastores han reconocido al unísono que esta presencia sigue siendo demasiado discreta.

Y para que los laicos lleguen a ser verdaderamente “el corazón de la Iglesia en el mundo y el corazón del mundo en la Iglesia”, es necesario -según los obispos- suplir su falta de formación, que a menudo se ha quedado detenida en la preparación recibida con ocasión de los sacramentos de la iniciación cristiana. Es necesario proporcionarles las herramientas para un testimonio efectivo, comenzando a partir del anuncio del kerygma. Los obispos han dejado claro que esta formación no debe entenderse sólo en el sentido académico e intelectual, sino sobre todo como el fruto de un fecundo trabajo de evangelización (a través de las homilías, el encuentro personal, la catequesis permanente y específica, el acompañamiento personalizado).

De este encuentro personal con Cristo podrán surgir nuevos y auténticos testigos creíbles del Evangelio, tanto en la Iglesia como en la vida pública, en el trabajo y en la familia. De hecho, es aquí donde tiene sus raíces la tan invocada preparación remota al matrimonio para formar buenos esposos y padres. Es siempre desde aquí que los laicos aprenden poco a poco a ser políticos rectos que respetan el bien común; aquí descubren la belleza de toda vida humana hecha a imagen y semejanza de Dios y aprenden a respetarla.

En el campo específico de la formación y del acompañamiento, los prelados elogiaron las numerosas asociaciones y movimientos laicales -nacionales e internacionales- que, con entusiasmo y creatividad apostólica, trabajan en el país, poniendo al servicio de los laicos, de los jóvenes, de las mujeres en dificultad y de los ancianos la frescura de sus carismas y su rico bagaje de experiencia misionera.

Finalmente, los obispos expresaron su aprecio por la JMJ de Panamá, a la que, según la tradición establecida, asistieron muchos jóvenes argentinos, signo de que los jóvenes de hoy siguen teniendo hambre y sed de Dios.

Agradeciéndoles su fraterno compartir, el Cardenal Farrell, Prefecto del Dicasterio, los exhortó a desplazar su mirada y sus recursos de las iniciativas de lucha contra la cultura actual para volver a sembrar las semillas de la fe en los corazones de las generaciones más jóvenes, a través de la proclamación del Evangelio, porque ésta es la primera misión de la Iglesia que existe “para evangelizar”.

Los confirmó en la elección del acompañamiento como método apostólico privilegiado: acompañar a los jóvenes, pasando tiempo y caminando con ellos; acompañar a las parejas no sólo al inicio de su unión sino también durante su vida conyugal; acoger, acompañar e integrar a las familias heridas.

Ad Limina Visit of the Argentinian Episcopal Conference
02 de mayo de 2019