Ad limina
El Cepac y Nueva Zelanda
En las últimas semanas, nuestro Dicasterio ha recibido a los obispos de la Conferencia Episcopal del Pacífico y a los de Nueva Zelanda en visita ad limina. Aquí proponemos algunos de los puntos más destacados que surgieron del diálogo con los prelados.
Una Iglesia de laicos
El grupo de la Conferencia Episcopal del Pacífico (CEPAC) dirigido por Monseñor Paul Patrick Donoghue, Obispo de Rarotongo en las Islas Cook, presentó la realidad de una Iglesia formada por pequeñas comunidades dispersas en un territorio de más de 5 millones de metros cuadrados formado por islas e islotes donde algunas comunidades eclesiales a veces no superan las 200 almas. Esta conformación geográfica dificulta los desplazamientos y por eso, a menudo, sucede que una comunidad no recibe la visita de un sacerdote o de un obispo durante mucho tiempo, incluso durante años. Pero haciendo de tripas corazón, la Iglesia del Pacífico ha sido capaz de transformar estas dificultades logísticas objetivas y la escasez de sacerdotes en una bendición. De hecho, siempre ha valorado el papel de los fieles laicos. Desde su primera evangelización, la Iglesia del Pacífico siempre ha sido confiada a los laicos indígenas que, una vez convertidos a la fe cristiana, se han convertido a su vez en evangelizadores de sus hermanos. En este contexto, surgió la figura prominente del "Katekita", un laico responsable, en todos los sentidos, de la administración de su comunidad cristiana: anima las liturgias comunitarias, parte el pan de la Palabra para alimentar la fe de sus hermanos y hermanas, celebra los funerales y bautiza a los moribundos.
Estar junto a los jóvenes para evangelizarlos
En el encuentro con los obispos de Nueva Zelanda, hablando de los jóvenes, los pastores reafirmaron la necesidad de que la Iglesia esté más cerca de los jóvenes, abierta a sus preguntas, aunque a veces se sienta incómoda. Sólo este contacto cercano puede permitir a la Iglesia evitar cualquier riesgo de desconexión de la realidad de los jóvenes y leer los signos de los tiempos. Frente a una cultura impregnada de realidad virtual, donde -según las estadísticas- cada dos segundos un niño se conecta a Internet y los adolescentes pasan un promedio de 6 horas diarias en Internet, la Iglesia no puede ignorar la tarea de acostumbrar a nuestros jóvenes a las relaciones verdaderas, y lo hace, empezando por ella misma, practicando este ejercicio de cercanía. Así como Cristo no es "virtual", tampoco las relaciones humanas pueden ser virtuales. Y los prelados coinciden en reconocer que, donde se realiza este ejercicio pastoral de cercanía, los jóvenes se iluminan porque tienen sed de verdad.
Ideología del género y matrimonio homosexual
Los dos grupos plantearon la cuestión de la ideología de género y recordaron la creciente presión para la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo. En el intercambio con los obispos se reafirmó claramente la enseñanza de la Iglesia sobre estos temas: la identidad de una persona -y por lo tanto también su identidad sexual- está dada por el genotipo y no por el fenotipo, es decir, "eres como has nacido" y no como te sientes; el matrimonio cristiano se da entre un hombre y una mujer. Finalmente, los prelados han reconocido con la misma claridad que es tarea de la Iglesia acoger y amar por igual a todos los hijos de Dios, independientemente de su orientación sexual y condición.