Viajando más de 30 años por todo el mundo para llegar a muchos jóvenes
Es conocida como la “Cruz del Año Santo”, la “Cruz del Jubileo”, la “Cruz de las JMJ”, la “Cruz peregrina”; muchos la llaman la “Cruz de los jóvenes”, porque ha sido entregada a los jóvenes para que la llevasen por todo el mundo, a todos los lugares y en todo tiempo. Ésta es su historia.
Era en 1984, Año Santo de la Redención, cuando el papa Juan Pablo II decidió que una cruz – como símbolo de la fe – debía estar cerca del altar mayor de la basílica de San Pedro, donde todos pudieran verla. Así fue instalada una gran cruz de madera, de una altura de 3,8 m, tal como él la deseaba.
Al final del Año Santo, después de cerrar la Puerta Santa, el Papa entregó esa misma cruz a la juventud del mundo, representada por los jóvenes del Centro Internacional Juvenil San Lorenzo en Roma. Éstas fueron sus palabras en aquella ocasión:
“Queridos jóvenes, al clausurar el Año Santo os confío el signo de este Año Jubilar: ¡la Cruz de Cristo! Llevadla por el mundo como signo del amor del Señor Jesús a la humanidad y anunciad a todos que sólo en Cristo muerto y resucitado hay salvación y redención” (Roma, 22 de abril de 1984).
Los jóvenes acogieron el deseo del Santo Padre. Se llevaron la cruz al Centro San Lorenzo, que se convertiría en su morada habitual durante los períodos en los que aquélla no estuviera peregrinando por el mundo. La Cruz del Año Santo (así se denominaba en aquel entonces) hizo su primera peregrinación en el mes de julio, trasladándose a Múnich, Alemania, para el Katholikentag (Jornada de los Católicos). Al ser una simple cruz de madera, al principio la gente no entendía qué es lo que tenía de especial. Pero poco a poco se dio cuenta de que la Cruz estaba ahí en misión por deseo del Santo Padre. En la celebración eucarística conclusiva en el estadio de la ciudad, con 120.000 personas presentes, la Cruz estaba cerca del altar, desde donde todos la podían ver.
Se recorren grandes distancias, y cada vez son más y más jóvenes que están profundamente tocados por la Cruz de las JMJ y el Icono. La peregrinación continúa, pasando de mano en mano, de país a país y de generación a generación…