Santidad laical

Dos laicos entre los ocho decretos hacia la santidad

Un niño brasileño y una mujer italiana de camino a los altares por haber dedicado su vida a Jesús a pesar de los desafíos y sufrimientos que experimentaron
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El 6 de abril, el Santo Padre aprobó las virtudes heroicas de dos laicos, un niño y una mujer: Nelson Santana de Brasil y Nuccia Tolomeo de Italia. Ambos dieron un fuerte testimonio de fe y cercanía a Jesús ante enfermedades incurables y grandes sufrimientos. Como dice el Papa Francisco en la Exhortación Apostólica Gaudete et exsultate, cuando los enfermos viven sus dificultades con paciencia y sobrenaturalidad, son a menudo un ejemplo evidente de santidad «de la puerta de al lado», de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios, o, para usar otra expresión, «la clase media de la santidad». (n.7).

Nelson "Nelsinho" Santana nació en Ibitinga, Brasil, el 31 de julio de 1955, y murió el 24 de diciembre de 1964. Durante su permanencia en el hospital, Nelson se ganó la simpatía y el amor del personal del hospital y de otros niños hospitalizados. Hizo su primera comunión en la capilla del hospital, y a la edad de nueve años recibió una gran luz y comprensión del significado del sufrimiento de Jesús. Le diagnosticaron un tumor en el brazo, pero nunca se quejó de dolor, sino que animaba a los otros pacientes. Le dijo a su madre que le había prometido a Jesús que no se quejaría de su sufrimiento y dolor. Cada día comunicaba su deseo de confesarse y de recibir la comunión eucarística. Al final, el tumor invadió todo su organismo y Nelson murió en la Nochebuena del mismo año en que fue ingresado en el hospital. Aún hoy hay muchos devotos que piden gracias y favores al pequeño Nelsinho y rezan en su tumba.

Gaetana "Nuccia" Tolomeo nació el 10 de abril de 1936 en Catanzaro, Italia, con una parálisis deformante. La enfermedad de Nuccia progresó a lo largo de los años, hasta su muerte a la edad de 60 años, el 1 de enero de 1997. A lo largo de su vida, Nuccia no permitió que su enfermedad le impidiera vivir una santa vida cristiana: rezaba todos los días, con el rosario siempre entre sus manos. En la biografía escrita por su prima Ida Chiefari se dice que, aunque Nuccia se vio obligada a permanecer en una cama o una silla durante la mayor parte de su vida, la sierva de Dios había comprendido que el Señor la utilizaba como medio para ganar tantos hermanos para Cristo. En los últimos años Nuccia colaboró con una emisora de radio, desde donde difundió mensajes de espiritualidad y mística dirigiéndose a los que sufren en cuerpo y alma, a prostitutas, drogadictos y a las familias necesitadas.

10 de abril de 2019